En la década de 1880 descubrieron en Egipto una tumba real, con más de 50 momias de faraones. Una de ellas llamó poderosamente la atención de los arqueólogos. La expresión del rostro de aquella momia, reflejaba que había sufrido una muerte violenta; tenía la boca abierta y el rostro contraído como en un silencioso y eterno grito de dolor y espanto. Algunos la llamaron: La momia que grita.
El sarcófago era de madera y carecía de identificación, el cuerpo pertenecía a un joven de poco más de veinte años, estaba atado de pies y manos y cubierto con pieles de oveja (animal considerado impuro por los egipcios), lo que señala que es una persona indigna, que había hecho algo malo en vida.
Esto desconcertó a los arqueólogos, ya que los miembros de la realeza, al morir, recibían un delicado proceso de momificación. Se extraían los órganos internos y el líquido embalsamante era introducido por un orificio en la cabeza y finalmente los envolvían en lino. Pero en esta momia el proceso de embalsamado había sido deliberadamente mal hecho. Sus órganos no fueron extraídos, dejaron secar el cuerpo en natrón y le introdujeron resina por la boca manteniéndola totalmente abierta con una expresión de sufrimiento eterno.
Hipótesis sobre la identidad de la momia
Se barajaron varias hipótesis, pero debido a que la momia que grita había sido embalsamada y enterrada en el Valle de los Reyes, a orillas del Nilo, no dejaba lugar a dudas, debía pertenecer a la realeza, pero aún se desconocía la identidad de este joven y qué hizo para merecer una muerte tan terrible.
Un hecho histórico, ocurrido hace 3000 años, conocido como la Conspiración del Harem, tuvo lugar en las altas esferas del imperio egipcio e involucra a una de las esposas de Ramsés III y a su hijo el príncipe Pentawere, de acuerdo a los papiros de Turín, habrían conspirado para asesinar a su padre y quedarse con el trono. Al ser descubierto, el príncipe fue condenado a morir en la horca.
El arqueólogo egipcio Zahi Hawass y sus colaboradores comenzaron a preguntarse si la momia que grita podría ser el príncipe parricida. Fue entonces cuando decidieron realizar diversas pruebas, tanto a la momia que grita como a los restos de Ramsés III.
Mediante un escaneo lograron determinar por un lado, que el corte en la garganta de faraón fue tan profundo que le destrozó la columna vertebral y además que la momia que grita efectivamente murió por estrangulamiento.
Los exámenes de ADN practicados a ambos cuerpos confirmaron que se trata del príncipe Pentawere.
El complot
Se cree que una de las esposas de Ramses quería que su hijo, el príncipe Pentawere ocupara el trono, pero como estaba en la segunda línea sucesoria. Por eso, conspiró con sirvientes, guardias y magistrados para asesinar al faraón y luego derrocar al legítimo heredero Ramses IV. A pesar de que el propio Pentawere consiguió matar a su padre, el heredero logró escapar y finalmente fue coronado como el nuevo faraón.
Los conspiradores fueron condenados a muerte. Quemaron sus cuerpos y las cenizas fueron esparcidas, con el objetivo de impedir que alcancen la vida eterna.
El príncipe Pentawere fue condenado a morir en la horca, pero al pertenecer a la realeza nadie podía tocarlo. Lo más probable es que haya sido obligado a suicidarse. Los sacerdotes se encargaron de que recibiera un castigo eterno. Le realizaron una momificación deshonrosa y llena de maldiciones para que jamás alcanzara la vida eterna.
El castigo que recibió el príncipe asesino fue terrible, tal es así que el nombre Pentawere no es real. Su auténtico nombre fue borrado deliberadamente de todos los registros. Los egipcios creían que borrar el nombre de una persona era lo mismo que desaparecer. Sin duda, otra forma de impedirle alcanzar la eternidad.
Luego de más de un siglo de olvido finalmente la momia que grita tiene un nombre… aunque nunca sabremos el verdadero.